3/7/08

NADAR




El agua se desliza sobre los músculos que avanzan en cada brazada. La respiración se vuelve rítmica y pareja. Después de unos 10 minutos ya entré en calor. Los pensamientos se aquietan y sintonizan con el ruido del agua. Entro en un ritmo que hace una pausa en el mundo. Una frase pareja del pensamiento anima a los músculos y la armonía de cada movimiento y su regularidad alinean la meditación en el nado. El agua nos devuelve un sentido de integridad perdido cuando nacemos. El bebé es un nadador, dueño de un conocimiento que se pierde al nacer; está sumergido en un todo único y espiritual que lo abarca y contiene al mismo tiempo, en un estado íntegro de unidad. El agua es móvil y fija, tiene la singularidad de unificar y fundir. Es en esta fusión que el cuerpo avanza, mientras la mente y el corazón se alinean en la meditación del nadar.