9/7/10

EL BESO

El beso yace al borde de la cama
dormido como un campo nocturno.
Agujerea la leve oscuridad
con soplos invisibles de amantes lejanos
que alumbran un círculo en medio del lecho
surcado por ríos de huesos, nervios, sangre.
Y crecen raíces y médulas enlazadas
hasta la piel nítida de las manos.
Las bocas son breves moluscos
que beben profundidad en su ternura.
A la casa excepcional trepa el beso,
al abrigo luminoso de la noche.
Desde el abismo crece la piel, honda,
con la inocencia de una voz virgen
y sus ecos en la montaña.