30/9/09

Serie del mar


Acantilados de Mar del Plata

SURCOS




Hubo amores
que hoy son pequeños surcos
en el cuerpo
mitigadores del dolor
ínfimos poros sanguíneos
que sacian la lágrima.
Surcos que se extienden
a lo largo de las piernas
y aman los árboles
con el alma colgada de la piel.
Ellos alimentan las batallas
cotidianas, las paredes áridas
de la casa de infancia
el soliloquio feroz de la noche.
Soportan el núcleo de espera
en la mudez del ser
su espasmo cíclico de muerte.

Verter el día a través de los surcos
es la misión íntima del cuerpo
el destierro de la fiera regresiva
el triunfo de la mañana
sobre la tierra de la mente.

El perdón es su obra.
El alma es ese mar de luz
cuando los surcos la encauzan.

4/9/09

LA LLANURA



Algunos rotan sus vidas 180 grados.
O jamás salen de la llanura.
El cielo retorna a su origen.
¿El hombre puede retornar al cielo?

Mañana.
Desayuno. Ayuno.
Trabajo.
La máquina se descompone.
Un dolor. ¡Te invito a cenar!
Visita al médico.
Tal vez un infarto. Y ya.
El molde funciona
se deshace y rehace.
La llanura cabalga sobre sí misma
destroza la tierra hasta la esterilidad.

Señor,
¿hay despertadores de almas?
Voy a comprar uno para unos conocidos
que habitan la oscuridad de la llanura.
sin sangre para el cielo.
¡Sangre! ¿Para quién?

Salí de una batalla que sólo Di-s sabe
y rugí en el viento hasta vaciarme
y llenarme
con el sol ardiente de las almas.
Trabajo en una columna infinita
que taladra la llanura.
A veces aletea un pájaro
o serpea una víbora.
Deshago un hilo sagrado
lo examino en éxtasis
y lo vuelvo a su origen.

¿Quién se atreve a ladrarme desde la llanura?
¿Qué ignorante puede maltratar mi devoción
mientras arrastra su pobreza de alma?
Y esa sangre, ¿a dónde va?
¡Despiértense, cobardes, porque ya les llega la muerte!
Despierten, porque están a mil años luz
y los extraño.