Destino molar el de mis pies,
arraigan despacio y hondo
endurecidos y ondulantes
sobre tu cáliz,
entre huellas inocentes
de la tarde
cuando caen los símbolos.
Las nubes desplazan horizontes
y el fulgor de la piel
desliza el crepúsculo
hacia el mar.
Destino breve el de mis pies
sobre tus playas.
La ballena hambrienta
no sabe si reclama el alba.
El árbol caído
engendra nuevas raíces.
Destino errante el de mis pies
cuando llegan a tu costa.
Su vientre de pájaro dorado
sugiere la mañana del bosque.
Y aún no descansan
cuando tu boca toma
el sutil alimento
y los huesos celebran
otro despertar.
El niño en la mañana
crece con el viento.
En las nubes de la noche
sacrifico mis pies.
El don seguro de mi carne
sobre el mundo.