17/7/08

HACER UN PUEBLO

Es el momento de deshacerse de los relojes que habitan las venas, las células estructuradas del cuerpo que limitan el ser. Es el momento de hacer un pueblo a partir de nuestra sangre ida. Es el momento de ejercer la voluntad y el deseo unidos en fusión orgásmica. Las reinas inmortales no existen, y el brillo de los ojos empieza a apagarse si no lo alimentamos con la savia que restaura el ritmo de la vida. Es en un destello. Es en un leve parpadeo que apenas se percibe. Empezar a percibir detrás de las palabras, en el silencio que no se nos permite, bajo la capa de realidades externas a la esencia, sumergirnos en un buceo vertical aunque sintamos ahogarnos; todavía hay oxígeno en la sangre siempre que vayamos más allá de nuestra cáscara.
El eje no desaparece, sólo se oculta tras velos de miradas, opiniones y mucha imaginería equivocada. Hacer dioses de lugares comunes no es una meta placentera para seguir viviendo ahuecados, desintegrados y faltos de armonía. Hagamos de nosotros un espacio saludable, un refugio que nos habite siempre inalterable.

9/7/08

RAQUEL, EN EL DÍA DE TU CUMPLEAÑOS

Con mi tía Raquel comparto algunos silencios y sonidos que la vida nos signó.
Como ella, soy la número cuatro de cinco hermanos. No nos parecemos mucho, pero sí un poco; tenía una conexión especial hacia ella. Creo que también fue la más diferente entre sus cinco hermanos. Su forma particular de ver, de sentir y percibir la realidad es lo que más me atrajo a ella. También su sensibilidad hacia la música, cierta pasión que expresaba y ensamblaba también con mi relación entre la música y la poesía. Ese contradictorio apego y desapego por lo material. Yo tracé otras rutas, mis rutas personales. Extrañamente me doy cuenta que no guardo ninguna foto de ella -voy a pedirle una a mi madre-, pero recuerdo perfectamente su juvenil risa estentórea, sus ojos grandes, sus facciones regulares y armónicas iluminadas por su amplia sonrisa, alguna expresión de seriedad que a veces ensombrecía su cara, sus manos ágiles y veloces en el piano. Recuerdo esa querible actitud de compinche adolescente al escuchar al otro, con la empatía única de dos amigas. Sé que somos varios los que la extrañamos. Qué mejor día que el de tu cumpleaños, Raquel, para dedicarte este poema ¡Lejaim!


Para Raquel, alea hashalom (sea sobre ella la paz)

La mente rueda en los días de vida
y no comprende la muerte
cuando se nutrió un amor
la no existencia no lo destruye.
Hay una presencia que queda en este mundo
mundo de ocultamiento
OLAM.
Tras el velo de mis ojos
a veces veo algo más
una luz violeta acompaña
a mis queridos muertos
y me dicen estar en paz.

¿Qué te olvidaste de este lado, Raquel?
Quizá pueda alcanzarte en algún punto del sueño
o de una meditación aquello más querido tuyo
o lo que no tuviste ya sea una revelación donde estás
y mirás esa nueva llave como la verdad de tu vida.

El piano suena llano y pacífico en mis oídos
aquella tarde en tu casa mientras tratábamos
de acordar el tiempo entre mi voz y tu música,
o tal vez esa especial receptividad
que tenías al escucharme,
eso es para extrañarte fuerte
tía Raquel, donde no creaste
creaste de todos modos un hueco enorme
que puedo llenar con tu existencia
y llevarte de la mano.


Nota de la autora: olam: mundo, en hebreo, y viene de elem, que significa ocultamiento.
lejaim: en hebreo, por la vida.

9 de julio de 1932/30 de abril de 2001

6/7/08

LA TRANSPARENCIA MAGNÍFICA DE HASHEM


LA TRANSPARENCIA MAGNÍFICA DE HASHEM

Ayer los pájaros se posaron en mi frente
y no advertí cuando las plumas rozaron mi cara
que cuanto más hundo el índice en la materia
más equivoco el sitio de la esencia
más parto de mí hacia nada
más esferas confunden mi círculo cerrado
y cuanto más hundo el índice en la materia
más Te veo en la vorágine insaciable
en las miradas burdas y las manos ávidas
los miedos y el olvido de Vos.
Pensé que era guerrera
pensé que era valiente
y me arrojaba sobre lo injusto
con mi sable de conceptos puros
y la pesadez de la materia era sublimada.
Pensé que podía elevarme
en un túnel único
sin paredes ni techo
sólo impulsada por las alas.
Pensé que era alguien
y hoy tengo la certeza
de la nulidad absoluta
del no individuo
y la certeza de la Unión Inefable
en esta cadena de manos y pies que nadie ve
en este trabajo de almas en el silencio nocturno
que sólo las luces de la noche sin luna
la encienden
en la transparencia magnífica de Hashem.
Nota de la autora: Hashem: el nombre, en hebreo. Se refiere a la divinidad.

3/7/08

NADAR




El agua se desliza sobre los músculos que avanzan en cada brazada. La respiración se vuelve rítmica y pareja. Después de unos 10 minutos ya entré en calor. Los pensamientos se aquietan y sintonizan con el ruido del agua. Entro en un ritmo que hace una pausa en el mundo. Una frase pareja del pensamiento anima a los músculos y la armonía de cada movimiento y su regularidad alinean la meditación en el nado. El agua nos devuelve un sentido de integridad perdido cuando nacemos. El bebé es un nadador, dueño de un conocimiento que se pierde al nacer; está sumergido en un todo único y espiritual que lo abarca y contiene al mismo tiempo, en un estado íntegro de unidad. El agua es móvil y fija, tiene la singularidad de unificar y fundir. Es en esta fusión que el cuerpo avanza, mientras la mente y el corazón se alinean en la meditación del nadar.

1/7/08

HACIA LA FUENTE

La pregunta es
cómo captar el punto donde Te uno a mí
sin huir ante las fugaces luces
de lo cotidiano.
EnsamblarTe en mi alma
en la tarea diaria
en este punto intento enhebrarme
y veo el nacimiento de alas
donde el único brillo es EMET
y las risas o penas fluyen desde allí.
Aunque el mundo esté muerto en la mentira
y el engaño y las máscaras
dicten los actos de los hombres
debo bucear en el océano y verTe.
El punto es cómo amarTe en esta vorágine
de capas superpuestas de ocultamientos
sin perder el refugio de Tu permanencia.
Y ya todo es igual
y nada importa porque estás.



Nota de la autora: emet: verdad, en hebreo

DESTREZAS INESPERADAS

Sucesiones rítmicas
o ampliaciones del mismo andar
rectas y curvas
trazadas desde el cielo,
límites externos en la nuca.
Recobro el aliento
y simple como el aire
entro en el pozo del sí mismo,
núcleos de retorno al alma.
La luna cíclica
recoge sus amapolas,
disemina las semillas,
las hunde en el agua
cantando en la tierra nueva.

Solía anudar los pómulos
rígidas las manos,
los huesos reblandecidos
por lluvia de tanta sangre,
tanta redención
simiente desperdigada.

Reclamar el núcleo
a gritos, a silencios inmortales,
a rumores cósmicos.
No era la victoria
cotidiana ni guerrera,
no era el día tras la noche
o el latir de las albas
ni el estallido del mediodía
en los ojos acuáticos.
Tal vez un rencor leve
y un reloj interminable
en los pies de múltiples arenas.

Ahora
la contemplación
de la llama inmóvil,
el reflujo de la marea
y los detritus elegidos
extenuándose en las playas
rojas de la quietud.

Las destrezas inesperadas
del Padre
alumbran la noche
hasta el final.