25/9/08

POEMAS INTERMITENTES

Llanto,
sublime llanto doy
al amor del cuerpo.
De fuegos y cielos voraces
llanto,
sublime llanto doy
al amante.

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Lluvia del útero
tristeza marina de espasmos cósmicos
lluvia del vientre infinito
arrojás todo el cielo y la fuente
la semilla navegante del vacío
entrega del reino áureo.

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La marca de la hormiga
es tan sutil como óvulo y esperma
de horizonte no encontrado
de lluvia que no retorna.
Fuego celular que extrae su esencia
de las almas que lo encienden.

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Interfiero en los estratos ínfimos
los que no guardan silencio.
Me incrusto con pinzas de alacrán
subvierto el orden pensado.
Al despertar saben matarme.

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Soy un accidente de la tierra
un desacuerdo de dos hombres
una tiranía gruesa de crímenes.
La cabeza es la sutil trampa
la caída y el engaño
inversión racional del cosmos
que obra en la carne.

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Esta noche acudirá el sol
al esqueleto yacente.
Dormiré un poco
entre los viajes del alma
a otros reinos.
Los reinos fraternos
sin límites de luz.

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La ligereza y la amabilidad
no fueron mis signos.
Tengo la virtud de la tormenta
y su defecto
me ilumina o me oscurece
-según lo veas-
Preferirías una mariposa
frágil y suave sobre tu horizonte
y no esta certeza violeta en tu puerta
y no esta fuente que a veces tirita
a veces expele lava
a veces
muere de soledad.

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Amado mío
estás viendo mi pobreza
mi muerte, mi nada.
Amado mío
hacé que mi alma se funda
en Tu deseo
para revelarme el dolor
y convertirlo en alegría
Fuente inalterable
¡hablame y despertame!

CERTEZA

Llegó la quietud de la noche.
Las miradas se embeben de luces no vistas
y recorren el cuerpo en su lluvia.
Antes había alguien que dictaba cada hoja
y sostenía los muros de los brazos.
Entonces nada caía fuera de su límite
y los días sumaban horas iguales.
La fuente hoy es ella misma
y envuelve el contorno de la sangre
en la que reposa mi nombre más cálido,
y brindo los días del sol
a cada célula que me habita.

En los ojos de los otros me veo
como un tornasol de sus visiones,
un abanico de luces semiocultas
que danzan al son de sus palabras
los frágiles sueños, sitios de luz
que mañana ya no son.
La noche ve mi espejo
y estudia los perfiles del día.

Nada es y yo soy
en una ley inaplazable
que imprime en mi alma
su mandato.

Hoy veo los ojos del tiempo
las manos que surcan mi espacio
y detengo el mundo en mi esencia.

EL JUICIO

Recordaré este hoy como si hubiera muerto.
Cada tarde muero. Y recuerdo la blancura.
Empujo los escalones fríos
hacia la memoria y su helado paño
sobre el cerebro atroz
y giro, giro hasta morir
en la última batalla.
Allí los valientes. Allí los cobardes.
El juicio comienza.

El juicio sobre lo que amé
y lo que no amé,
los olvidos puestos en abanico
y el cielo abandonado,
o el alma sobre el cuerpo,
cuerpo de huellas y horizontes.
El juicio es toda la vida.