25/9/08

CERTEZA

Llegó la quietud de la noche.
Las miradas se embeben de luces no vistas
y recorren el cuerpo en su lluvia.
Antes había alguien que dictaba cada hoja
y sostenía los muros de los brazos.
Entonces nada caía fuera de su límite
y los días sumaban horas iguales.
La fuente hoy es ella misma
y envuelve el contorno de la sangre
en la que reposa mi nombre más cálido,
y brindo los días del sol
a cada célula que me habita.

En los ojos de los otros me veo
como un tornasol de sus visiones,
un abanico de luces semiocultas
que danzan al son de sus palabras
los frágiles sueños, sitios de luz
que mañana ya no son.
La noche ve mi espejo
y estudia los perfiles del día.

Nada es y yo soy
en una ley inaplazable
que imprime en mi alma
su mandato.

Hoy veo los ojos del tiempo
las manos que surcan mi espacio
y detengo el mundo en mi esencia.

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