El perro está
atado a la luz
y al amo.
Mira indigente a
su protector
con desnudez
animal
que lo anula.
Oye llamados
desde el mundo
luminoso
pero su hocico de
muecas acumuladas
lo obligan a
contentar al dueño.
Y está atado a la
luz
y al amo.
Sus colmillos de
silencio
quieren rasgar la
luz
aniquilar al amo
hundirse en un
sueño fetal.
Pero debe comer
someterse al hombre
también alimentar
su cadena-luz.
En guardia,
intuye el mar
en el círculo
dorado
sobre su cabeza.
Pero está atado a
la luz
y al amo.
Sin fuga posible.