8/1/13

CUERPOS DE AMENAZA



La diversidad del mundo inscripta en un cuerpo-hombre buscador de cuerpo-mujer. El día entre la noche. Fingidas voces sobre las que siempre se tejió la misma historia. Otro cuerpo, el mismo hueco rojo que late, el mismo éxtasis y la misma boca –pero cuántas almas caen de otro modo, el lenguaje de sus manos-pájaros, diferentes vibraciones del cosmos-. El pretende una hembra más, una selva nueva en sus labios, otro exquisito fruto en su virilidad. Y que nada trascienda los cuerpos, sólo la tarde en una casa elegante, y nada del sol ardiente en el ocaso, bola quemante en los edificios del monstruo-ciudad. Y no se llegue al abismo ni al mar, ni suceda muerte y nacimiento. Y jamás la mañana en la humedad del amor. No sabe que sus pequeñas muertes se aproximan en los nuevos cuerpos de la mujer.

UNA RÁFAGA SECA




El amor no es sino esta ligereza de mis manos sobre tu cara al entender tus frondas y ese líquido verde profundo que vertís en mis venas y vuelve en un caudal de día nuevo. La fusión es fundacional, y sé que luego no es más que una sombra de pájaro o una ausencia de gato en la ventana. No querés conservar nada mío a mi partida. Una ráfaga seca se apodera de mi cuerpo y me tumba en plena calle; debo levantarme y luchar con ella, devolverle su voz atronadora y sepultarla cuadras atrás para que no me siga. Otra vez libre, y sola. Aquella cocina y aquella pared  que me aprisionaban ya no existen y sin embargo pesan en mi manso fuego de hoy. Quisiera la pureza de no arrastrar las voces áridas, de no llover más delitos sobre las caras que se aproximan con una nueva sentencia. Debo limpiar toda esta vereda que desconozco y ser llana en tu nombre.