La diversidad del mundo inscripta en un cuerpo-hombre buscador de cuerpo-mujer.
El día entre la noche. Fingidas voces sobre las que siempre se tejió la misma
historia. Otro cuerpo, el mismo hueco rojo que late, el mismo éxtasis y la
misma boca –pero cuántas almas caen de otro modo, el lenguaje de sus manos-pájaros,
diferentes vibraciones del cosmos-. El pretende una hembra más, una selva nueva
en sus labios, otro exquisito fruto en su virilidad. Y que nada trascienda los
cuerpos, sólo la tarde en una casa elegante, y nada del sol ardiente en el
ocaso, bola quemante en los edificios del monstruo-ciudad. Y no se llegue al
abismo ni al mar, ni suceda muerte y nacimiento. Y jamás la mañana en la
humedad del amor. No sabe que sus pequeñas muertes se aproximan en los nuevos
cuerpos de la mujer.
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