20/1/13

SAN SALVADOR DE BAHÍA

















El calor como estatua.
Anclas en las manos
empuñan estas calles
atan piernas de piedra.
Pesadas como fósiles
abismales, de canto hondo.
Llaman al pez azul
a lo más profundo
hacia hilos subterráneos.
Caras blancas sobre negras
la misma sangre.
El calor sostiene la ciudad
sus ventanas solas
acompasadas en su ritmo
de pimientas y orixás.
El agua pretende conquistar
ese humus atado con fuego
ese nudo de tortugas
que sumergen sus huevos
de arena blanca.
Caparazones tórridos
y huesos ondulantes
hacia un África roja.
Y el calor es alimento.
Una sola madre
sostiene tantas madres.


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