Me aboco a mi fuente interior.
En el túnel abismal
buceo en este relámpago de tiempo
y emerjo
en el impulso inicial de vida
para respirar de nuevo.
Es este ir y volver
el eje que me sostiene.
En la noche el cardumen no tiene voz.
Nada. Silencioso entre espectros verdes.
Sanguinolece. Adormecido por la luz.
Ausente para las ráfagas de piel
lleva osarios de náufragos.
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