6/11/08

ALGUNOS FRAGMENTOS


Ninguna ideología es válida si no la del propio latido, aquella que pulsa en el ritmo de la existencia, que determina más profundo que la conciencia los actos, el enfoque según el cual se vislumbra el mundo. Nadie sino uno mismo sabe el camino particular de su ser. Nadie sino uno mismo puede revelar el yugo que finalmente lo librará de su propia esclavitud. Un modo de ver moverse las hojas de los árboles, de desplazar la lluvia hacia el cielo azul y filtrar los silencios de las conversaciones que se deslizan hacia un mismo río. Cuando reúno algunos elementos del día, puedo obtener una ecuación, o un interrogante más. Dónde estás Padre Universal.
La lucha no necesita más abandono, sólo necesita nuevos elementos vitales, gestos de luz de la vida que comienza a revelarse. En el vacío puede surgir un viento que me reúna. En el vacío puedo empezar a ser.

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Tengo la manía de enhebrar situaciones, personas, emociones, sentimientos, y realizo una amalgama que muestra una cara nueva. Tengo la manía de querer recuperar la unidad del mundo y reunirla en mí misma. Quiero entender, dilucidar esta maraña viviente, este mundo-monstruo, y no paro de enlazar naturaleza-hombre-religión-ciencia-muerte-vida-honor-vuelo-amor. Es como cada tejido que comienzo o como coser un nuevo vestido. Hay un entusiasmo inicial, y a veces el resultado decepciona el inicio, o llega el climax final, cuando veo realizada la idea en la materia. No ocurre la mayor parte de las veces. Necesito volcar toda esta intensidad en una obra, pero no llega el momento de plasmarla. No encuentro el cómo, no encuentro cuándo. Casi imposible extraer de mí esta energía desplegándola en todo su esplendor y potencia, pero en equilibrio, sin producir una hecatombe.
Di-s, a veces parece que me incendio por dentro, enseñame a diseñar mi mapa con serenidad, no puedo soportar esta vehemencia sin salida, sin un cauce real dentro del mundo, enseñame a usarme, usame Di-s para lo que vine a hacer hoy, aquí y ahora.

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Las hebras se suceden en una múltiple gama de colores y juegan con la luz matinal, se oscurecen al atardecer y cantan luz al mediodía, mientras las agujas rozan sus puntas de metal y acariciadas por la lana se mecen rítmicamente en mis manos hasta terminar una hilera, mientras parpadeo un poco en el sol de la mañana. Más allá las montañas nevadas del Cordón del Plata dan testimonio de su lejanía y estática paz, como reinas inmortales. Envidio esa permanencia en mi estado de corazón turbulento, mientras mi cuerpo queda aquí sentado mirando el movimiento mecánico de las agujas, otra hilera más y otra, hay que angostar y disminuir puntos, empieza a mermar y después viene el aumento, porque así se le da forma al tejido, y así el ritmo de mi vida; merma y aumenta, merma y aumenta.
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No puedo percibir la cara que se ve de mí. No la sé. ¿Puedo saber cómo es esta cara incognoscible? Aquello que ellos ven no es lo que soy. Ni soy lo que yo veo, ni lo que él ve. Quién soy.
Hay una conciencia que me sabe más allá de mi límite y es la que me hace ser.

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La carencia me hace caminar por el costado del mundo, me hace derivar en cielos húmedos y también soleados, me desliza dentro del submundo enardecido de mi alma y me expulsa hacia el extenso río del mundo-caos.
La carencia me hace abrir las manos para palpar las paredes de la no-inocencia, me sumerge en túneles profundos y laberintos acuáticos, y ya no distingo sino una gélida transparencia entre algunas gotas de colores que se van derramando caleidoscópicas.
Estoy inmersa en un engaño de imágenes que otros proyectaron para mí, en un film que desconozco, y nadie me invita a tomar un café.

2 comentarios:

Meajer dijo...

Este comentario refiere al segundo fragmento.
Leyéndolo pienso en la necesidad de encauzar las energías que fluyen anárquicas. Pareciera una pretensión racional.
Pero me pregunto cuánta de esa energía se desperdicia intentando crear un canal para su fluir.
Y por otra parte, cuánto miedo produce lo vertiginoso.
Hemos sido criados para "comportarnos adecuadamente". Un comportamiento que se manifiesta hacia afuera. Y también hemos sido criados para disimular el torbellino que circula por nuestras entrañas.
Un mundo de ficción, un mundo de ocultamientos. Nos la pasamos ocultando, fingiendo, postergando.
Educadamente...

Laura Alperovich dijo...

Gracias por tu reflexión, Meajer. La cuestión es que de algún modo tenemos que manifestar el torbellino para que no nos succione. Tal vez transformado, tal vez eclosionando de un modo posible en la manifestación al mundo. Sin pretensión racional.