6/7/09

HACIA EL SHABAT


Todos estamos en la búsqueda de nuestra fuente. La fuente que nos alimenta y nos hace respirar, por la cual cada una de nuestras células pulsa, y las venas son recorridas por la sangre a lo largo de una vida kilómetros incontables. Todos queremos conectar nuestro vacío de alma con el vacío universal. Algunos son conscientes y otros no, algunos lo hacen con profundidad y otros husmean en la externalidad de la vida para ver de qué se trata.
¿Quién puede decir que nunca se miró al espejo sin reconocerse, que nunca dudó de sus certezas? ¿Y por qué? Porque la fuente nos llama, la esencia de nuestra alma está allí para atraernos, porque somos caminantes y cambiamos a lo largo de la vida, nadamos en las maravillosas aguas de la vida, a veces buceamos y a veces nos quedamos en la superficie, extasiados ante tanta belleza.
No se trata de dejar todo y sacar un boleto de avión para lograr este estado. Es justamente en los intersticios de la vida cotidiana que caemos en esos cielos purificantes y podemos captar ese brillo del sol.
Cuando estamos inmersos en un mar de preocupaciones, a veces nos despierta un llamado interno, y como a través de un ojo de cerradura iluminado desde el otro lado gritamos hacia la luz que nos rescate.
Cuando el día se vuelve Shabat vivenciamos esta luz. Se abre una nueva puerta desconocida en la semana. Empieza el Shabat. Shabat shalom, la integridad como fruto que completa un ciclo. La luz de las velas crea un sitio nuevo donde reposar la mente. En Shabat se crean espacios reparadores que unen la desconexión semanal. Shabat es un manantial que refresca el alma y el cuerpo. En Shabat Hashem nos habla de otro modo, su palabra se ilumina con otra luz. Shabat es el deleite y la paz. Llenate de Shabat.

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