La inmersionista: HIELO Y ESPINAS

Una zambullida para encontrar las señales. Ligereza y frescura. Profundidad. El peso del cuerpo en el agua surca niveles. Transparencias de distintos estados del alma. Tiempos que se superponen y se transmutan en nuevos estados. Un buceo ininterrumpido del deseo. La búsqueda como camino.

Sobre inmersionar

La inmersionista emerge para respirar, se sumerge para profundizar.

¿Por qué la inmersionista?

Para los que me conocen, lo deben imaginar; para los demás, va esta explicación.
Tengo tres razones:

Me gusta y me relaja mucho el agua y la natación, y suelo ir a nadar a buen ritmo dos veces por semana.

Además, trabajé muchos años en una mikve, donde las mujeres judías hacen su inmersión ritual una vez al mes luego de su período menstrual, y luego de eso vuelven a estar íntimamente con su marido.

Y también inmersionista porque quiero ir hacia, y más aún, atravesar la profundidad, a pesar de que a veces me quedo en la superficie haciendo la plancha, o tratando de que la corriente no me lleve mar adentro, o nadando con fuerza para recorrer distancias; es necesario salir a la superficie, intercambiar con el medio, y desde ahí volver a la profundidad, un viaje por lo general solitario, magníficas veces en compañía de un otro.

La inmersionista

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6/2/11

HIELO Y ESPINAS

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