Reina un silencio sepulcral. Los tres miramos las sístoles y diástoles casi
fuera del cuerpo. El animal bosteza, se sacude y empieza la retirada. Nosotros
nos tendemos, fatigados en extremo, mientras mi corazón –¿mi corazón?- crece en
un ángulo de la casa.
Me aboco a mi fuente interior. En el túnel abismal buceo en este relámpago de tiempo y emerjo en el impulso inicial de vida para respirar de nuevo. Es este ir y volver el eje que me sostiene.
6/1/13
EL ANIMAL
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