6/1/13

EL ANIMAL




El animal brota en la piel y crece. Agigantados sus colmillos por el hambre desgarra la ciudad que ayer frecuentaba desde nuestras manos. Rasga mi cuerpo hasta el corazón y me lo quita. ¿Lo ves? ¡Ja! Casi no podés creer, eso que amaste, un pedacito de carne sangrante en las garras de mi fiera. Fiera-destino come su obra primigenia, llenando su estómago de luchas y fusilamientos en plena cama, donde libramos cada combate con nuestros sexos, y lloramos como locos, y reímos como desahuciados. Ahora la bestia me mira furtivamente, parece que quiere arrancarme las manos; pero no, vuelve en su asombro porque el corazón palpita por sí mismo, y sólo mira estupefacta descansando sobre sus ancas.
Reina un silencio sepulcral. Los tres miramos las sístoles y diástoles casi fuera del cuerpo. El animal bosteza, se sacude y empieza la retirada. Nosotros nos tendemos, fatigados en extremo, mientras mi corazón –¿mi corazón?- crece en un ángulo de la casa.

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