19/4/10

EL SITIO QUE ALGUIEN ARROJÓ PARA MÍ

Soy otra y la misma.
Caminar este nudo
aprisiona la mente.
El cielo sobre mis ojos
a nadie pertenece.
A nada pertenezco.

Es el mundo de la no comunión con el mundo
el sitio que alguien arrojó para mí;
el vacío.

Allí vivo todos los días de la vida.
A veces floto y me hamaco
en las llamas del aire;
es como la risa después del orgasmo
como el sol del mediodía en un cielo de invierno.

Otras, me sumerjo en el mar del vacío
con caras insomnes que me observan
condenan y aplauden mis frases
o me quieren devorar el alma
me sueltan en una pared y me gritan
hasta no saber para qué nací.

¿Qué origen debo buscar?
¿Qué escrito debo escribir?

Paz. Paz para el alma. Paz.

P

A

Z

y

volver
al yugo de la existencia,
a la semilla de la mente
y a la boca que ignora o calla
o repite palabras.
Palabras y más palabras
que sólo traen consigo palabras.
Un fuego sin luz quema las entrañas.
El verso es un látigo de letras inútiles.
El verso es un látigo que muerde mi llanura
y me atisba, me huele y a veces destroza
el puñado de huesos que me unen.

Escribir el sitio de las muertes es mi tarea
dar a luz a la poeta de la vida,
la que a nadie pertenece
y flota entre los mundos
sin dominio de tierra.
Con nadie vive.

Aquella que come y duerme,
trabaja porque sí y visita parientes,
desde el ataúd saluda a todos.

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